El Despido Disciplinario es la decisión unilateral de un empresario de poner fin a un contrato de trabajo, debido a un incumplimiento grave de parte del trabajador. Para que pueda llevarse a cabo este despido, debe comprobarse un comportamiento grave y culpable del trabajador por incumplir sus obligaciones laborales.
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En el Estatuto de los Trabajadores, ET, en su artículo 54, se señala claramente los incumplimientos contractuales que puede cometer un trabajador:
El despido disciplinario acarrea algunas consecuencias tanto para el empleador como para el empleado.
El despido disciplinario da pleno derecho a cobrar la prestación por desempleo, incluso en aquellos casos en que no se impugne ante los tribunales.
Para que un trabajador que sufrió un despido disciplinario pueda percibir el paro, es fundamental que la carta de despido cumpla con las formalidades legales, evitando que se pueda llegar a sospechar que es un despido disciplinario pactado.
Un motivo de sospecha habitual es el uso de cartas modelo o plantillas y la inexistencia de descripción de los hechos causantes del despido.
En los casos de despidos disciplinarios el trabajador no tiene ningún derecho a recibir ninguna indemnización. Sin embargo, suele ocurrir que finalmente termina recibiéndola si llega a un acuerdo con la empresa en el acto de conciliación, o si el despido se llegara a considerar improcedente por una sentencia judicial.
Para que un despido disciplinario sea procedente, debe ser comunicado por escrito y han de figurar los hechos y las razones que lo han motivado, y la fecha a partir de la cual comenzará a tener efecto.
El objetivo de la carta de despido es:
El finiquito es un documento en el que aparece la cantidad de dinero que el trabajador tiene para cobrar, cuando se le despide o cuando finaliza su contrato laboral.
Si el trabajador firma este finiquito acepta la extinción del contrato de trabajo y manifiesta que están liquidados todos los derechos económicos que puedan corresponderle.
El finiquito se divide en varios apartados: identificación, devengos, deducciones, liquidación y firma.
El trabajador dispone de 20 días para impugnar judicialmente el despido. Transcurrido ese plazo no existen opciones y no podrá realizar la impugnación.
La impugnación se basa en dos razones fundamentales:
Cuando el trabajador no impugnó el despido y el empresario constata que no cumplió con el procedimiento establecido, puede realizar un nuevo despido en donde se cumplan todos los requisitos exigidos, cambiando la fecha.
El trabajador, mediante la impugnación del despido, reclama que sea declarado improcedente o nulo. Será un Juez quien determinará si se tiene derecho a una indemnización o a la readmisión con el pago de los salarios adeudados.
Para impugnar un despido disciplinario, es muy importante contar con asesoramiento legal, así como de la representación de un abogado especializado en derecho laboral. Si necesitas ayuda, completa tus datos en el siguiente formulario y te contactaremos, sin costo alguno, con un abogado especializado en tu zona.